
Es una de las huellas más curiosas que los romanos dejaron en España. No se trata de un acueducto, ni es un circo, ni un anfiteatro, ni un puente. Es una gigantesca obra de ingeniería que transformó para siempre unas montañas de León, al norte de España, creando un paisaje fantástico que hoy es Patrimonio de la Humanidad: Las Médulas.
Es una antigua mina a cielo abierto, la mayor de todo el Imperio Romano. Las inconfundibles siluetas rojizas de las Médulas están a sólo 25 kilómetros de Ponferrada, la capital de la comarca del Bierzo. Se trata de uno de los grandes atractivos de esta zona de León que limita con Galicia.
Es un paisaje único en el mundo, donde se asocian naturaleza e historia: estas montañas de tierra roja fueron excavadas y modeladas por los romanos durante casi dos siglos para extraer hasta 800 toneladas de oro de sus entrañas. Mediante un monumental y complicado sistema de canalizaciones, y aprovechando la fuerza del agua a través de galerías, lagos y túneles, se derrumbaron estos montes arcillosos, creándose un lugar inigualable. Para entender bien este paisaje y comprender cómo fue su proceso de transformación, lo mejor es que recorrer alguno de los itinerarios que lo atraviesan a pie, en bicicleta o incluso a caballo. Son caminos bien señalizados y sin demasiado desnivel que, entre otros sitios, permiten conocer las grutas y cuevas donde se extraía el oro y lugares como el Lago de Carucedo.
También allí se encuentran antiguos poblados metalúrgicos romanos como el de Orellán, e incluso castros astures como el Castrelín de San Juan de Paluezas y el de Borrenes. Durante las excursiones es recomendable llevar algo de agua, calzado adecuado para el senderismo y también ropa de recambio, ya que el polvo rojo se impregna con facilidad en la tela.
Para ingresar en las grutas, algunas tan espectaculares como la Cueva Encantada o la Cuevona, necesitará además una linterna. Si se presta atención, en el interior de las galerías, es posible ver incluso las marcas que los picos de los mineros dejaron en la pared hace casi 2.000 años.
Cualquier época del año es buena para descubrir Las Médulas, aunque es en primavera cuando el contraste de colores y luces es mayor. Un buen punto de partida para recorrer estas colinas, llenas de castaños, es el Aula Arqueológica, situada a la entrada del pueblo de Las Médulas, donde mediante maquetas y proyecciones es posible entender cómo se perforaron estos montes. Desde aquí, además, parten visitas guiadas. Una de estas excursiones es la que lleva al Mirador del Orellán, un lugar privilegiado desde donde contemplar este paisaje de barrancos, túneles y picos rojizos en toda su inmensidad.




