
Por: Luis Martín González
Fotos: Pilar Arcos
Al llegar al aeropuerto Internacional de Sir Seewoo Segur Ramgodam, los operadores turísticos engalanan a los visitantes con un collar de flores Alemandas amarillas (las que utilizan los hindúes para sus ofrendas y rezos), una toallita fresca para refrescar el rostro y lavarse las manos, y una alfombra roja de pasarela para acceder al autobús. A todo esto unas amplias sonrisas por parte del conductor y la guía y un aroma que no se pierde durante todas las vacaciones, el olor a vainilla.
De esta manera se recibe a los turistas en Isla Mauricio, una apuesta sugestiva para los visitantes que quieran tener unas vivencias distintas en unos parajes bellísimos, donde la inversión turística ha creado hoteles, Resorts y Villas para sentir el lujo por lo menos una vez en la vida.
El país recibe un millón de visitantes al año y esperan este año recibir el doble de turistas.
El camino para llegar a los múltiples hoteles sirve para conocer el interior de la isla y sus diferentes culturas. Hay gente del Sur de Asia, África, Madagascar, Francia, Inglaterra, China, Criollos y Mauricios. Todos viven en feliz convivencia, con respeto a sus costumbres y tradiciones, por esa razón, es fácil encontrar templos y edificaciones religiosas de diferentes creencias.
La isla está situada al suroeste del Océano Índico, a 900 kilómetros de Madagascar. Junto a las islas Reunión y Rodrigues conformando el archipiélago de las Mascareñas. Su capital es Port Luis y sus principales poblaciones son Beau Bassin, Curepipe, Quatre Bornes y Vacoas – Phoenix. Sus costas tienen una dimensión de 165 kilómetros de extensión rodeada casi por completo por arrecifes coralinos.
El parque automovilístico ha aumentado en los últimos años gracias a los japoneses que han encontrado un gran mercado para dar salida a los vehículos de segunda mano a un precio medio de 12.000 euros. Los privilegiados que pueden adquirir uno nuevo, lo tienen que importar de Sudáfrica y pagar unas cifras superiores a los 45.000 euros.
La vida no es barata en la isla y los precios se asemejan a los europeos. No así los sueldos medios que están entre 300 y 450 euros al mes. Los trabajos que les permiten vivir, se realizan en la corta de caña, el mayor ingreso del país, y el turismo, la segunda fuente de ingreso que pronto, y según las previsiones, podría pasar a ser la primera por la apuesta que se ha hecho en todas sus costas coralinas.
Sorprende su verde vegetación con plantaciones de caña de azúcar, te, café y grandes arboledas de pinos. Las flores salen anárquicamente en cualquier paraje y la denominada Tronchetia (la flor nacional) sobresale por sus variados colores rosados.
El turismo vive en plena naturaleza rodeado de mágicas playas blancas con transparentes aguas que varían de color por zonas (azules, turquesas, verdes, rosadas). Podemos ir en barca, lancha o catamarán para practicar deportes o pescar atunes en alta mar. Navegando nos encontramos con la barrera coralina que marca anillos en las tranquilas aguas, invitando a sumergirse y a gozar de un paraíso en el Mar Indico.
Pasando del mar a la tierra, podemos hablar de los productos autóctonos, como son la caña de azúcar de donde salen productos básicos como el ron, y los derivados del azúcar creando, junto con el textil y el té la base de la economía del país y la mayoría de los puestos de trabajo. Sin embargo con la llegada de cuatro grandes grupos hoteleros como son: Beachcomber, Kerzner Internacional, Maiade Resorts y Constante Hotels, y cadenas internacionales de hoteles como Hilton, Oberoi, Sofitel, Méridien y Maritin, el turismo muy pronto será la primera industria nacional. Para ello se está construyendo con calidad, el diseño y la armonía en el conjunto apoyándose en la hospitalidad de la gente y la alta calidad de los servicios, la industria hotelera de la Isla Mauricio ha sido capaz de establecerse como una de los más importantes del mundo.
La “Ley de Estado Civil” establece que las parejas no residentes en el país, puedan contraer matrimonio al día siguiente al anuncio del enlace. La pareja debe de obtener un certificado que la oficina del Primer Ministro remite al registro de Nacimientos, defunciones y Matrimonios, en el que se declara que no son ciudadanos mauricianos, ni residentes en la isla. Hay que adjuntar certificado de nacimientos y copia del pasaporte. El matrimonio se puede celebrar en el propio registro o en el hotel.
En este oasis de paz y tranquilidad donde no faltan ofertas para hacer itinerarios por sus cinco capitales interiores o embarcarse a las islas cercanas, el aroma de vainilla le acompañará dulcemente como el olor natural de la Isla. Y el ron será la bebida compañera de los bellos momentos vividos entre mares sonrisas y corales.



